enero 05, 2016

PILAS SEÑOR ALCALDE

Parque de la música -Ibagué-
Por: Carlos Arturo Gamboa Bobadilla
Señor alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo, usted ya debe saber estas cosas pero es mi deber recordarlo. Ibagué ha estado sometida por una camarilla de corruptos, burócratas y negociantes de la politiquería, quienes en gran parte son los responsables del estado caótico actual. Los otros responsables han sido los vo-tontos. Ibagué es un paradigma de la corrupción, la malversación de lo público y la ineficiencia de la administración estatal, quizás a veces solo superada por el Chocó. Historias que se enredan entre el mito y la verdad han degradado la política en esta ciudad, como esa del alcalde González Cuervo, heredero del viejo santofimismo que sigue vivo, y de quien se dijo compraba caballos de paso fino con dineros del erario, o del alcalde Francisco Peñaloza a quien se idolatraba porque “robaba”, pero hacía obras y nos trajo la “perubólica” con todo y la estupidez de la señorita Laura incluida. Esta ciudad también recuerda la “avenida fantasma” del primer periodo de gobierno de Rubén Darío Rodríguez, quien después se lanzó de nuevo como candidato y la gente decía jocosamente que su plan de gobierno consistiría en ponerle “alumbrado público a la avenida fantasma”.
Sí señor Guillermo Alfonso, usted sabe de estas leyendas urbanas, como de las nulas obras de Carmen Inés, de los chanchullos de Jorge Tulio y su negocio de salud pública, de las triquiñuelas de Jesús María Botero para parecer de los mejores cuando fue de los peores alcaldes. Y de este último, el señor Luis H, quien como dicen popularmente “la sacó del estadio”, pero que pronto sus realizaciones serán mitos urbanos, la gente olvidará, porque esta región sufre de la peste del olvido; no en vano tenemos un gobernador con ocho investigaciones pendientes, pero la gente votó por él porque la estructura corrupta va más allá de las oficinas de gobierno departamental y local; está en las regiones en donde se negocian los votos con migajas y con ilusiones, en los barrios en donde la mayoría de seudo-líderes locales se han convertido en los voceros del engaño y en la misma cultura falsamente política de los electores. Muchos aún votan creyendo en la promesa de que “el doctor le conseguirá un puestico a la hijita” o le ayudará a tramitar un subsidio.
Señor alcalde, si recuerdo estas breves anécdotas de un pasado lleno de hechos fatídicos para la ciudad, es porque creo que usted despertó un oleaje hacia el lado contrario, hacia el lado de la “verdadera política”, la de las personas honestas que llegan al poder para ayudar a la gente, sobre todo a los más desprotegidos, los que padecen a diario la ciudad. Los votantes de Ibagué sufragan por varias razones: por tradición de partido (los más viejos), por compromisos politiqueros (la mayoría) y por conciencia (la minoría). Estos últimos crecieron en número y expectativa frente a su campaña. A ellos toca cuidarlos, responderles y potenciarlos. Si de verdad queremos un cambio significativo para Ibagué, este no se va a lograr en un periodo de gobierno, es una misión de varios años, depende de la construcción de una verdadera ciudadanía que transforme los viejos mitos en nuevas realidades; y son esos jóvenes entusiastas que lo apoyan, desde cerca y desde lejos, quienes lo pueden hacer. Son ellos los llamados a un relevo generacional distinto, porque jóvenes hay en los partidos tradicionales, pero la mayoría haciendo el cursillo de corruptos y tramposos.
Por eso señor Guillermo Alfonso, usted tiene una tarea significativa para esta ciudad, la de no defraudar a sus electores, pero sobre todo a esos jóvenes que hoy se entusiasman con la política y que empiezan a creer en las posibilidades de transformación. Defraudarlos a ellos es condenar la ciudad a la continuidad de la corrupción, la malversación de lo público, el atraso y el engaño electoral.
Somos conscientes de las enormes tareas, la ciudad está casi que derruida. La basura y los malos olores conviven en los andenes, las calles siguen deterioradas a pesar de los remiendos navideños, las obras parecen cementerios de dineros públicos, el agua es aclamada en los sedientos hogares, no hay parques para los niños, la vida cultural de la ciudad se limita a los atafagados centros comerciales, el tránsito es un caos, la salud está en coma y por todas partes se respira desgano y desgreño. Por eso hay que priorizar, no todo lo hará usted, lo que es imperante es dejar un buen ejemplo, de ética, de transparencia, de buena gestión pública y de obras, con ese insumo los jóvenes seguirán trabajando por la ciudad y derrotando el pasado politiquero que espera ansioso desde la ventana que usted fracase o se contradiga. Si eso pasa, entonces estaremos condenados a un enorme racionamiento de agua potable y de política de verdad. Pilas señor alcalde.