marzo 20, 2012

UN PROBLEMA PARA EL ALCALDE LUIS H sin 2O

Por: Carlos Arturo Gamboa
Desde tiempos inmemoriales a los ibaguereños nos quieren quitar la sed con paciencia. No hace mucho, cuando por la tercera se paseaba el supuesto mejor alcalde de Colombia, palabras como turbiedad, potabilización, bocatoma y agua; eran parte de las pesadillas del mal premiado burgomaestre.
El agua, ese bien preciado por el cual se han desatado guerras fílmicas, es consustancial a la vida. Los países que se hacen llamar desarrollados cargan el estigma de contaminarla, de hacerla escasear, de haberla derrochado. Los países en vías de desarrollo poseen reservas acuáticas de gran valía, pero como en el caso de Colombia, no se le da el valor social y cultural que merece, por eso se está cambiando agua por minería. Las políticas de agua en Colombia son paupérrimas, ya que se invita al ahorro por parte del público, pero se ceden los páramos a las multinacionales. En el caso del Tolima han sido otorgados títulos mineros en la zona de la cuenca del Combeima, principal eje acuoso de la región; lo que viene a aumentar la controversia sobre el suministro de agua para la ciudad y la región.
La campaña a la última alcaldía estuvo pasada por agua. Mucho se dijo sobre el problema: que la calidad de agua del Combeima es cada vez más crítica, que una nueva bocatoma allí, que acueductos comunitarios acá, que se debe ahorrar agua, queísmos y ambigüedades. Al final, la ciudad sigue sometida a las lluvias que alteran el suministro, mientras el mejor alcalde es historia y el nuevo, el señor Luis H sin 2O, se ahoga en el problema.
Muchas familias se levantan en los amaneceres ibaguereños a bañarse con totuma, a recoger baldados de agua para el almuerzo, a comprar bolsas de agua de 5 litros para poder tener una reserva. La resignación de los ibaguereños es sacra, tal vez un día de estos el arzobispo no tendrá agua bendita para sus oficios. Mientras tanto el mejor ex alcalde debe nadar en elogios y el señor Luis H sin 2O, tener pesadillas húmedas, porque siempre hay una gota que rebosa el vaso.